Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Vinci escuchar) fue un pintor florentino. Notable polímata del Renacimiento italiano (a la vez anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista) nació en Vinci el 15 de abril de 1452[2] y falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.[2] Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio. Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. Trabajó a continuación en Roma, Boloña y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita sólo puede ser equiparable a su capacidad inventiva,[3]
Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores
de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número
de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido.[4]
Su asociación histórica más famosa es la pintura, siendo dos de sus obras más célebres, La Gioconda y La Última Cena, copiadas y parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio,
que llegaría a ser retomado en numerosos trabajos derivados. No
obstante, sólo se conocen una quincena de sus obras, debido
principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos) experimentos con
nuevas técnicas y a su inconstancia crónica.[Nota 2]
Este reducido número de creaciones, junto con sus cuadernos que
contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la
naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas
generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Ángel.
Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable),[Nota 3] puesto que la mayoría no eran realizables aún en esa época.[Nota 4] Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica
lunes, 29 de abril de 2013
viernes, 19 de abril de 2013
Escuela de traductores de Toledo breve resumen.
El nombre de Escuela de traductores de Toledo designa en la historiografía, desde elsiglo XIII, a los distintos procesos de traducción e interpretación de textos clásicosgreco-latinos alejandrinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo a la lengua latina sirviéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares», principalmente al castellano. La conquista en 1085 deToledo y la tolerancia que los reyes castellanos cristianos dictaron para con musulmanes y judíos facilitaron este comercio cultural que permitió el renacimiento filosófico, teológico y científico primero de España y luego de todo el occidente cristiano. Hoy, la prestigiosa y antigua Escuela de Traductores de Toledo es uno de los institutos culturales e investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y tiene su sede en el antiguo Palacio del Rey Don Pedro en la toledana Plaza de Santa Isabel. En el siglo XII la «Escuela de traductores de Toledo» vertió principalmente textos filosóficos y teológicos (Domingo Gundisalvo interpretaba y escribía en latín los comentarios de Aristóteles, escritos en árabe y que el judío converso Juan Hispano le traducía al castellano, idioma en el que se entendían). En la primera mitad del siglo XIII esta actividad se mantuvo. Por ejemplo, reinando Fernando III, rey de Castilla y de León, se compuso el «Libro de los Doce Sabios» (1237), resumen de sabiduría política y moral clásica pasada por manos «orientales». En la segunda mitad del siglo XIII el Sabio rey Alfonso X (rey de Castilla y de León, en cuya corte se compuso la primera «Crónica General de España») institucionalizó en cierta manera en Toledo esta «Escuela de traductores», centrada sobre todo en verter textos astronómicos y médicos.
martes, 16 de abril de 2013
Argumento dela celestina.
La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea.
Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.
El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.
Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.
Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto intenta saltar el muro de la casa de su amada, pero resbala y muere. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija.
Romance lírico
¡Oh qué soberanas lumbres
dispensan cándidos rayos,
y entre soñolientas luces
el sol sale pestañeando!
El sol de justicia viene,
y del Oriente los lazos
desata la claridad
que en botón tuvo el ocaso.
Crédito es la Providencia
que el rosicler desmayado
temió no gozar el día
desconfió del sol los pasos.
Esta fiesta lo publica,
y a su común desagravio
fundará la Providencia
religión en Cayetano.
¡Oh qué noblemente espera
el influjo soberano
sin zozobrar que le pase
su fecundidad por alto!
Toma el ejemplo en las aves,
que ramilletes del campo
a flor y pluma vinculan
el alimento del canto.
Sus censos son la piedad,
la limosna el mayorazgo
fundado en el no pedir,
que es un vínculo apretado.
La viña del Evangelio
a sus hijos ha dejado:
manda que cojan buen fruto
y son las cepas carrascos.
Vivid, hijos del cristal
de roca más soberano,
a cuyo espejo las luces
reflejos dan por milagros.
Que aunque mis coplas lo empañen
con el aliento bastardo,
en los lejos de sus sombras
habrán visto su retrato.
dispensan cándidos rayos,
y entre soñolientas luces
el sol sale pestañeando!
El sol de justicia viene,
y del Oriente los lazos
desata la claridad
que en botón tuvo el ocaso.
Crédito es la Providencia
que el rosicler desmayado
temió no gozar el día
desconfió del sol los pasos.
Esta fiesta lo publica,
y a su común desagravio
fundará la Providencia
religión en Cayetano.
¡Oh qué noblemente espera
el influjo soberano
sin zozobrar que le pase
su fecundidad por alto!
Toma el ejemplo en las aves,
que ramilletes del campo
a flor y pluma vinculan
el alimento del canto.
Sus censos son la piedad,
la limosna el mayorazgo
fundado en el no pedir,
que es un vínculo apretado.
La viña del Evangelio
a sus hijos ha dejado:
manda que cojan buen fruto
y son las cepas carrascos.
Vivid, hijos del cristal
de roca más soberano,
a cuyo espejo las luces
reflejos dan por milagros.
Que aunque mis coplas lo empañen
con el aliento bastardo,
en los lejos de sus sombras
habrán visto su retrato.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)